domingo, 30 de octubre de 2011

Los varones, el oro y Londres

Ignacio Bergner festeja el empate
Diez minutos del segundo tiempo. Pearson, el veloz delantero, el picador en los cortos ajenos, mira desde mitad de cancha: fue sancionado por salir antes que la bocha se pusiera en movimiento. Pablo Lombi observa concentrado. El técnico sabe que es el momento. Hay que aprovechar que Canadá defiende con uno menos este, el séptimo corto albiceleste. Ya soltó el brazo, ya arrastró la pelotita el número 3 argentino. Estétil la volada de Kindler. Y también la estirada del jugador "12" que tienen los varones de remera roja a su favor, el fantasma de Río de Janeiro 2007. El arquero canadiense solo atinará a palpar el aire y las mallas se inflarán de gol.

Ya se cansó de dormir todo el tiempo en sillones. Y de taparse la boca para no gritar. Palabras del Indio Solari en "Una piba con la remera de Greenpeace", que vienen perfectas para esta ocasión. Gritalo nene, por favor. Llenate la garganta de gol, Ignacio Bergner. Dejá la voz en esa invocación divina, porque es el empate. Porque ahí atrás quedan los espíritus nefastos del pasado. Porque ellos están fruncidos y el segundo está al caer.

Y Nacho destapó la boca. Goool. Recontra Golazo. El espectro de la final perdida por penales en los últimos Panamericanos contra este mismo rival empieza a desaparecer. El equipo nacional tiene la fortaleza mental para no caerse pese a que el resultado es injusto. Porque otra vez Canadá -mezquino, amarrete-  como en casi toda esta última historia reciente, tuvo un aprovechamiento integral de las chances que dispuso: el único corto propio Scott Tupper lo cambió por el 1 a 0.

Pero hay temple. Y la cabeza, ayer, pudo dominar el corazón. "En mi época, cuando íbamos perdiendo con Canadá, nos nublábamos y salíamos a jugar a lo loco. La mística de estos pibes se explica en la calma. Nunca antes se superó a Canadá de forma tan aplastante", tiró Jorge Lombi, asistente técnico de su hermano Pablo.

La premiación a pura euforia
El desarrollo del partido siguió igual, la bocha en campo rojo. Por eso no sorprendió que Pedro Ibarra diera vuelta el score, otra vez de corto, cinco minutos después. Y tampoco que Lucas Vila estirase las diferencias a los 18 del segundo período con un tremendo palazo de revés.

El 3 a 1 fue demasiado para los canadienses. El resultado los obligó a salir, a buscar, a proponer, y en su esquema no estaba esa máxima. Ellos únicamente pensaron en salir de contraataque, sus planes no eran otros más que aprovechar el error argentino. 

Así se consumieron los minutos. El seleccionado nacional no se replegó, permaneció con la posesión de la bocha y estuvo mucho más cerca del cuarto festejo que Canadá del descuento. Final a puro abrazo. Los Vila, los Lombi, todos juntos; incluso algunos fanáticos divisaron la figura del "Hueso" Almada por Guadalajara. Argentina conquistó el oro panamericano, logró el pasaje directo a los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y pudo sacarse de las espaldas esa mochila llamada Canadá.  


Pese al oro, el técnico Pablo Lombi ya planea los próximos objetivos 

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