
Y coincidimos con Maccari. Porque nuestra primera sensación del viernes, lejos y en la comodidad de casa, fue de tristeza (y no desilusión) por lo que no pudo ser. Y por eso ayer no escribimos. En ningún momento nos olvidamos de la juventud del plantel, de las doce debutantes en la máxima cita deportiva, de las lesiones milagrosas, de las fascitis ni de las desafectadas. Aunque queríamos que la película de Luciana terminara de una manera sublime (con la presea dorada en el cuello) y por esa la tristeza.
Argentina tuvo un corto de Noel Barrionuevo y no mucho más. La estructura táctica europea pudo más que el potrero sudamericano y obligó a las Leonas a a jugar muy lejos del arco de Joyce Sombroek, con el agregado de que fueron las naranjas las que abrieron el marcador. Y así, agrandadas por el gol de Dirkse, las dirigidas por Max Caldas presionaron aún más que antes. Sombroek, entonces, quedó mucho más lejos.
Florencia Mutio no pudo con la delicia al ángulo superior derecho de Paumen (ni dos arqueras juntas hubieran podido) que significó el 2 a 0 definitivo. Así, los últimos 15 minutos - a nuestro criterio- transcurrieron a la espera del empate más en un formato milagroso semis de Rosario que como una consecuencia de la creación ofensiva del equipo nacional.
"Hoy miraba la medalla y no podía creer lo linda que es, lo pesada, los dibujos y todo es genial. Vas hablando con la gente de Argentina y te lo hacen saber y te lo valoran un montón así que eso también es lindo", completó la delantera del piercing.
Martina Cavallero, otra de las debutantes, sostuvo que "Son sentimientos encontrados porque este equipo vino a buscar el oro y estuvimos muy cerca. Hay angustia por no haberlo conseguido pero estoy feliz del logro de llegar a la final y conseguir una plata en el primer Juego Olímpico".
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