El
gol de Diego a los ingleses es una de las pocas situaciones, en términos deportivos, que me deja las lágrimas a flor de piel. También, el gol de Luciana Aymar a China. Otra, el himno. Pero puede sonar en un partido de la Selección de fútbol y me pasa inadvertido; en cambio, escucho el himno en un partido de las Leonas y las lágrimas están ahí con fuerza, pidiendo liberación a gritos.
Parado firme, con la mano derecha atrás de la espalda sujetando la izquierda por la muñeca, agito las piernas como si quisiera prevenir un calambre. Canto el himno y no le puedo seguir el ritmo a la versión inglesa usada en los Juegos.
Veo a las 16 jugadoras entrelazadas y bajo la guardia definitivamente, quedo indefenso, desprotegido. Me alegro a la distancia por Martina Cavallero, la única del plantel con la que tengo cierta relación. Pienso en un festejo suyo y las lágrimas vuelven a aflorar. Que las semifinales sean ante Gran Bretaña en su casa, en Londres, es anecdótico, la sensibilidad sería idéntica ante cualquier rival. Mueven la bocha y, desquiciado, sin entender de ubicación espacial (sería igual si estuviese en ojotas en el living de casa, en el bar o en una reunión empresarial de petroleros, por decir), largo un ¡Vamos Argentina eh!
Pensar un análisis, con esa coyuntura, iba a ser difícil. Ser objetivo, muchísimo más. Eso sí, no tenía dudas que sería un duelo de gol gana. Y fue Noel Barrionuevo la que asestó el primer golpe a la mandíbula de Kate Walsh y compañía -la elección de la capitana y su reciente lesión es solo casualidad-. La solidez defensiva empezó a anestesiar a las británicas y Silvina D´Elía definió a la perfección el funcionamiento argentino: "Fue un primer tiempo muy bueno con pelota, ellas erran irreconocibles", dijo la mendocina.
Pity también señalaría que "podríamos haber estirado más la diferencia", y Carla Rebecchi, desbordando y haciendo equilibrio sobre la línea, pondría una ventaja de dos goles al descanso. Los últimos 35 minutos fueron lógicos, con casi todo el aforo del River Bank Arena inclinando la bocha hacia el arco de Florencia Mutio.
Pasó contra Nueva Zelanda, Alemania y Australia: hubo que sufrir el resultado. Aunque el descuento de Alex Danson a los 65 pareció mantener inalterable el orden de una defensa compacta y sólida que sólo otorgó un corto en todo el partido.
Final olímpica, clásico contra Holanda y tal vez el último capítulo del cuento de
Lucha: creo que el viernes definitivamente no habrá objetividad ni análisis posible. Fallé mi pronóstico ante Gran Bretaña, no fue
gol gana. Pero estoy casi seguro que hay un pronóstico que no voy a fallar: el viernes lloraré con el himno.