domingo, 17 de junio de 2012
Oneto volvió de las cenizas de la vanidad
"Él me hacía la V con los dedos. Muchos creían que era por la victoria, pero no, era un dedo por humildad y otro por sacrificio". Vanina Oneto larga la frase y es imposible no sentir el escalofrío por la espalda, esa misma sensación que debe sentir ella desde esa charla con Aldo, a los 16 años.
Aldo es su padre. Y fue un pilar fundamental en el crecimiento deportivo -sin dudas, primero en el humano- de quien tuvo hasta el Mundial Rosario 2010 el pergamino de ser la goleadora histórica de Las Leonas con 148 tantos. "Cuando me subieron a los 15 años a Primera en San Fernando, tuve un comienzo genial. Pero el segundo año fue muy malo. El entrenador llamó a mis viejos y les dijo que yo me la había creído y que cuando recuperara la humildad volvería a mi nivel. De ahí surgió el código de la V, que se repitió cada vez que iba a verme jugar".
Tal vez tratarla de vanidosa sea mucho (pido disculpas), pero lo cierto es que retomó la senda de la sencillez. Y un año más tarde, a sus 17, le llegó su primera convocatoria con el seleccionado. Fue de casualidad (aunque seguramente tarde o temprano la llamarían) porque ella se había quedado afuera de la lista en una gira por Estados Unidos, pero se aumentó el cupo en tres personas y fue la tercera beneficiada.
La vitrina internacional se empezó a llenar a los 18 con el oro en los Juegos Panamericanos de La Habana ´91, y también en la misma competencia el primer puesto en Mar del Plata ´95 y Winnipeg ´99. Obtuvo la medalla dorada en el Mundial de Perth ´02 y en el Champions Trophy ´01. En los Juegos Olímpicos le quedó un pequeño espacio en blanco porque no pudo alcanzar el escalón más alto del podio: plata en Sydney ´00 y bronce en Atenas ´04.
Aquella anécdota fue ejemplificadora, y Oneto es consciente de la explosión que provocó su generación a nivel nacional en el deporte femenino y no quiere que se pierda esa figura instaurada. "Desde afuera vuelvo loca a las chicas cuando se arreglan para ir a un programa de tele. La imagen del equipo hay que cuidarla individualmente y en conjunto", desliza.
Hija pródiga de San Fernando, este fue su único club en Argentina desde su primera aproximación al hockey a los seis años -jugó en el Den Bosch holandés en el 98/99, donde fue elegida la mejor jugadora extranjera- hasta su retiro. Extraña el ambiente del vestuario más que el jugar y entrenar, y si bien hace tiempo soltó la bocha y el palo, agarró el micrófono de periodista para suplir la adrenalina fuera de la cancha.
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