Paula Ortiz es una de las nueve Leoncitas Sub 18 que disputarán los Juegos Olímpicos de la Juventud de Nanjing, China, a partir del 16 de agosto. "Pali" integró el plantel que en febrero consiguió el pasaje a la máxima cita deportiva al adjudicarse el Panamericano de Montevideo, bajo la conducción de Santiago Capurro, y fue confirmada por Agustín Corradini para la experiencia asiática. Les acercamos la charla con la mediocampista de San Martín previo a su viaje al Lejano Oriente.
¿Hubo alguna diferencia entre la conducción de Santiago Capurro y la de Agustín Corradini?
-Son trabajos muy parecidos los que hacen. Ambos nos dan mucho aliento y apoyo. Desde que estoy entrenando he aprendido mucho. Respecto al juego, algún detalle de bloqueo; aunque es un mismo sistema con un idéntico objetivo: poder formarnos como personas y como jugadoras.
¿Qué podés contar del Olympic Book?
-Agustín se maneja mucho con el tema de la confianza y los
objetivos, y el libro lo refleja bastante. En esta última
concentración nos dijo que tenía una sorpresa y un día apareció con el Book. Aún no nos explicó bien cómo funciona, pero apunta a buscar metas grupales y personales, y también está muy presente la autocrítica.
¿Ya le pusieron objetivos y cómo llevarlos a cabo?
-Todavía no empezamos
a completarlo, pero el objetivo principal es ganar la medalla dorada olímpica. En cuanto a las formas, el juego lo empezamos a conocer hace poco pero le estamos
tomando la mano y a medida que nos acercamos al torneo estamos cada vez más
fuertes. La convivencia es muy buena
porque somos muy unidas y eso es vital. Con el correr de las concentraciones creció
aún más la homogeneidad: viajamos 9 pero considero que somos el grupo de 15 que
éramos antes de la lista. Ese es un punto fundamental para el equipo porque allá
vamos a estar un mes y que aparte de compañeras seamos amigas es importante.
¿Cómo te sentís en la cancha al no haber defensoras o
delanteras definidas, a diferencia del hockey 11?
-Mi puesto actual en la cancha es ser una de las dos últimas
jugadoras. Es extraño porque naturalmente no soy defensora sino que soy volante
ofensiva. Pero a medida que pasaron las concentraciones me fui afianzando más a
la parte defensiva y a Santiago Capurro le gustó mi desempeño. Me sorprendió
porque nunca había jugado hockey 5 y ahora le tomé el gusto a jugarme los uno contra uno y a defender. Aunque
tampoco hay un solo rol: hay que definir, atacar y tenés que tener buen estado físico porque hay
mucha exigencia.
¿Qué aspectos positivos marcarías de tu juego?
-Creo que lo mejor que tengo es la atención desde el
primer minuto y la determinación para ir a quitar. Si tengo que marcar a
alguien sé que no lo puedo soltar. Y si en China tengo que dejar la cara por
disputar una bocha, dejaré la cara. También, la visión periférica para darle
opción de pase a mis compañeras o ayudar en un doblaje de marca. Y creo que tengo esa picardía para aprovechar el jugar con las
tablas, que es algo a lo que no estamos muy acostumbradas.
¿Y qué tenés que mejorar?
-Supongo que todo y más, pero principalmente la definición:
siempre preferí dar un pase antes que intentar definir, es una inseguridad mía que
ya hablé con el técnico y ese diálogo me dio tranquilidad. Por suerte, en ese aspecto Agustín nos da mucho apoyo a todas, y particularmente siento que fue uno de los entrenadores que más confianza me entregó. El jugar abajo te impide algunas
cosas como tirar caños y desde ahí la tengo más fácil. Las jugadas
individuales, de mitad de cancha para arriba; abajo, tenés que proteger y es lo
único que importa.
El oro en el Panamericano de Montevideo que le otorgó el pasaje a los Juegos de la Juventud fue una experiencia única para las 10 jugadoras argentinas que disputaron ese certamen, pero para Paula Ortíz tuvo un sabor aún más especial. Por un lado, significó su primera salida al exterior y su debut viajando en avión. Además, en ese torneo logró su primer gol internacional, ante el anfitrión en la victoria 6 a 1 válido por la tercera fecha. Pero la experiencia uruguaya significó, también, el primer torneo en el que papá Claudio y mamá Angie no la pudieron acompañar.
¿Cómo viviste el Panamericano?
-Que mis papás no pudieran estar en Uruguay me ayudó a
crecer y madurar porque siempre estuvieron presentes cuando yo jugaba y en el Panamericano era la única que no tenía a sus padres ni a ningún familiar. Eso me potenció porque todo lo que hacía era por y para ellos por su
apoyo. En la final en los únicos que me acordaba era en ellos. Cuando terminó y estaban todos los padres festejando menos los míos, me quebré.
¿Hubo alguna persona en particular que te haya apadrinado?
-La familia de Eugenia Trinchinetti: tanto Carlos como la mamá y todos sus
hermanos me dieron mucho apoyo. Carlos es amigo de mi papá y me sentí muy
protegida.También, los padres de Sofía Toccalino, Cristina Cosentino y Julieta Jankunas: tanto las
jugadoras como las familias somos muy unidos. En el día a día también se nota. Yo vivo en Pablo Podestá y me cuesta un poco llegar al CeNARD cuando hay concentraciones. Por ese lado, Micaela Retegui también se comportó muy bien conmigo porque siempre
me alojó en su casa, así como Natalia Verdura: como decía antes, hay gran compañerismo entre las 15 chicas que conformamos los entrenamientos.
Hablabas de la confianza que te dio Agustín Corradini. ¿Hay algún otro técnico especialmente destacado?
-Gonzalo Ursone Oro, que lo tuve como entrenador los dos años de séptima, los
dos de sexta y no me acuerdo si otro año más. A Gonza le debo mucho porque lo tuve desde chica y viví varios torneos y
experiencias con él, y me enseñó demasiadas cosas por no decir todas las que sé. Nos ayudó económicamente a mi familia y a mí y es como un hermano más que tengo. Siempre que precisé algo él estuvo y la verdad que le tengo que
agradecer inmensamente. Cuando necesité un palo me dio o me prestó el suyo, o las canilleras, y así con todo. Espero que le vaya bien en Italia donde está jugando y
también espero que vuelva porque se lo extraña. Todos los logros que tengo
ahora son gracias a él y a mi familia, y al club. San Martín es algo muy importante
porque me vio crecer, me enseñó a jugar al hockey y sin él estaría en mi casa. Por eso estoy muy feliz de que todo lo que me pasó deportivamente
haya sucedido acá.
¿Además de Gonzalo tenés un tercer hermano en el club, no?
-Sí, Agustina Gorzelany. Con ella compartimos muchas vivencias: aparte del
hockey, San Martín me dio amigos. A Gorze la siento como una
hermana más. Ahora jugamos juntas en Primera y ojalá que en un futuro
podamos hacerlo en un seleccionado: yo tengo ese sueño de poder compartir la camiseta argentina con ella.
¿Alguna anécdota que recuerdes juntas?
-Una fue la primera
vez que entrenábamos para un Sub 14, del cual al menos yo no tenía idea de su
existencia hasta la convocatoria. Estábamos en la canchita auxiliar de Mitre y el quedar elegida con una amiga del club lo hizo especial. Otra fue después del bautismo que me hicieron por debutar en Primera: no sé como me pusieron un yeso, salimos a bailar, y me lo terminó sacando su padre en el taller.
"Pali" pudo cumplir uno de los sueños de todo jugador el 15 de
marzo de este año, cuando debutó en la Primera de San Martín, ante San Lorenzo, como visitante. Debut y gol. Además, para completar el combo, fue triunfo 3 a 2 ante el equipo de Santiago Capurro.
¿Cómo está San Martín?
-Estamos luchando por ese querido ascenso y sería un año
completísimo. Si bien lo viví desde afuera, no creo que esté el fantasma de haber perdido un par de chances de volver a la A, aunque a nadie del plantel le gustó demasiado. El objetivo es crecer como equipo
porque somos un grupo joven. Ahora estamos
con Facundo Quiroga y mejoramos un montón pero igual nos falta.
¿Te sorprende ser la única jugadora de la B en las Leoncitas?
-Creo que es algo aparte la categoría en la que estás jugando. Cada uno es dueño de su destino, es uno mismo el que tiene que hacer el esfuerzo y crecer, queda en uno ponerse los límites. Si bien es cierto que el nivel cambia de la A a la B, ya estás entrenando ahí con chicas de una jerarquía altísima.
San Martín fue uno de los dos equipos (el otro, Liceo Naval) que cosechó puntos simultáneamente ante SIC y CASI, líder y escolta de la segunda categoría del Metropolitano. Con 26 unidades, el elenco tricolor se ubica tercero por diferencia de gol, ocupando actualmente uno de los dos lugares que disputan el repechaje A-B.
"Cuando enfrentamos a SIC y CASI es un nivel más alto porque
es lo que más se asemeja a los equipos de la A, pero pudimos estar a la altura.
Al SIC por momentos las superamos, ganábamos 2-0 pero nos empataron faltando
siete minutos y contra el CASI supimos aguantar el 1-0 y mantuvimos constante
el ritmo que ellas le imprimen al partido", apunta Paula sobre esos encuentros puntuales con el elenco de Sáenz Peña.
Superados los contratiempos con el pasaporte, que la tuvieron en vilo hasta las últimas horas antes de viajar a Uruguay, "Pali" y el resto del plantel recibió otra noticia más que emotiva: en los Juegos de Nanjing las remeras del seleccionado sí llevarán los respectivos apellidos en el dorsal.
En China, las jóvenes argentinas comenzarán a andar su camino en el Grupo A ante Fiji, el domingo 17. Un día más tarde enfrentarán a Sudáfrica; el miércoles 20 a Holanda, y cerrarán la fase de grupo contra Japón el jueves 21 de agosto.
Sobre los posibles rivales, Paula Ortiz era clara y decía: "No tenemos idea de cómo son los equipos. Sí suponemos que
Holanda, Alemania, Sudáfrica o Nueva Zelanda serán los más fuertes, pero nunca
vi ni siquiera en mayores jugar a Zambia o Fiji así que son una incógnita. Nos
estamos preparando de la mejor forma para enfrentar a cualquier equipo.
Particularmente quiero jugar con Holanda, sueño con marcar a una holandesa
porque nunca en mi vida jugué contra ellas y son una de las potencias históricas".
El fixture ya le guiñó un ojo con uno de sus deseos, jugar contra Holanda; el desarrollo de los Juegos Olímpicos de la Juventud y el trabajo en San Martín seguramente le puedan cumplir dos sueños más.