jueves, 25 de agosto de 2011

La Maga y sus últimas gambetas



   “Mi intención es jugar el Mundial 2010 acá y luego retirarme”. Las palabras retumbaron en el ambiente del deporte mundial. La máxima exponente del hockey femenino sobre césped anunciaba que su retiro de las canchas estaba cerca. Luciana Paula Aymar, a días de cumplir sus 31 años, abría las puertas del hasta luego a mediados de 2007.

Pero no pudo con su genio. Su corazón se impuso a su cabeza y a su cuerpo. Los giros, los regates, las miles de gambetas y las cientos de rivales que dejó en ridículo las pagó con una osteocondritis en su rodilla izquierda. Tal vez es el precio que deben pagar los virtuosos, aquellos que hacen de algo tan simple como un espectáculo deportivo un arte, una pasión de multitudes.
   Esa lesión casi la hace abandonar la disciplina una vez finalizado el Panamericano de Río de Janeiro en 2007. No se operó y siguió jugando. La dolencia es crónica y no tiene cura. Sólo un combo de analgésicos, hielo y tratamiento kinésico combaten el dolor. Y la fortaleza mental.   “Uno va tomando decisiones que a la vez lo van formando. Podés tener talento, pero las decisiones que tomás son las que te hacen diferente”. Y algo de eso sabe. A los diecisiete años viajaba todos los lunes desde Rosario a Buenos Aires. El ómnibus salía a las tres de la mañana, y llegaba a las siete. Una hora más tarde arrancaba el entrenamiento en el Cenard.
   En el hockey encontró  reconocimiento. Pero también amigas, y un lugar para quemar toda la energía de una niña híper inquieta, como ella se define. Era tímida, callada, casi miedosa,  y a los quince años prefería jugar al tenis porque no necesitaba relacionarse con nadie. Su hermana tuvo mucho que ver en su cambio radical. Jugaba al hockey y Lucha la imitó. Poco a poco se fue relacionando con las amigas de su hermana y ese feedback la inclinó definitivamente al deporte de la bocha y el palo.
    A los diecisiete años “Mis ideas no eran muy firmes, no me había adaptado a las nuevas compañeras de equipo del Jockey Club de Rosario” –ella venía de Fisherton- y pensó en largar. El destino quiso que la convocaran para el seleccionado nacional Junior. Y a partir de allí la carrera vertiginosa no se detuvo. Sólo por señalar algunos de sus logros deportivos se puede decir que obtuvo dos Mundiales (Perth 2002 y Rosario 2010), cuatros Champions Trophy (Amstelveen 2001, y el tricampeonato 2008-2010, en Monchengladbach, Sídney y Nottingham), que fue galardonada siete veces como Mejor Jugadora del mundo 2001/04/05/07/08/09/10) y obtuvo tres medallas en Juegos Olímpicos (plata en Sídney 2000 y bronce en Atenas 2004 y Beijing 2008).   
   Aquí tal vez se puede hablar de una tacha en su legajo. No, nadie le recrimina nada. Así lo entiende La Maga.  “No es que quiero agregar otros Juegos a mi carrera por que sí; si hago este último esfuerzo es porque creo que vale la pena y porque nos falta la medalla de oro olímpica". Orgullo sagrado, ella no tiene por qué arriesgar su físico, su nombre ya es leyenda.
   Todos deben recordar el tobillo inflamado de Diego Armando Maradona en el Mundial 1990. Ese tobillo que sufrió el ataque de los violentos, los profanos cameruneses desconocedores de la religión de la gambeta, esos que jamás probaron la hostia del dribleo en estado puro. A ese nivel logró llevar Luciana Aymar su figura, a la par de Diego Maradona. La mayoría considerará que un par de peldaños más abajo, pero sólo porque vivimos en una sociedad machista y en el que los deportes amateurs no tienen la hegemonía de los profesionales. Diego y Luciana detrás de sí llevan encolumnados a miles de personas, y asumen esa responsabilidad.
   La tercera de los cuatros hijos que tuvieron René y Nilda ya no es esa muchachita flaca y tímida que actuaba en silencio para sus familiares en el barrio Fisherton. Ahora baila rivales ante las cámaras. Como ocurrió en Rosario, en el Jockey Club, en el Mundial en el que fue casi anfitriona, disputado a metros de su casa.
   Lucha desafió a Newton, a John Locke, vaya a saber a qué científicos y pensadores en el partido contra China. “Barrilete cósmico” se escuchó decir por ahí, al tiempo que una montonera de Leonas sepultaba a la chica de la casaca 8: había arrancado en mitad de cancha y en una corrida infartante había limpiado una a una a las invitadas vips orientales que se ponían en su camino. La definición al segundo poste y la caída al suelo de la “Diego” sólo sirvieron de marco para un fresco que ya no necesitaba más pintura.
   La victoria en la final contra Holanda por 3 a 1 de local y un nuevo título personal a la Mejor Jugadora del Mundo hacían suponer que cumpliría su palabra, que dejaría la actividad. Pero Luciana también gambeteó sus dichos –no es  una crítica, el hockey agradecido- y encaró hacia una nueva meta, los Juegos Olímpicos de Londres 2012.
   No es la misma Luciana que arrancó los primeros aplausos a nivel nacional en el Mundial Junior de Korea del Sur en 1997. Ella se observa un poquito más grande y siente que los 300 test match que lleva en la espalda le pasan a sus treinta y cuatro años cierta factura. “A los 20 años podía entrenar en doble turno y todavía tenía ganar de salir a la noche y me levantaba sin problemas. Ahora me tengo que cuidar mucho más.” Aunque se lo toma con mucha naturalidad y simpatía. El paso del tiempo no es inconveniente en alguien que, como ella define, suele hacer de algo pequeño una situación muy problemática. “Cuando estoy mal por algo termino manifestándolo en problemas de salud. Antes cada vez que volvía de un torneo me agarraban anginas, independientemente del resultado deportivo”. 
   La ayuda psicológica fue fundamental a la hora de soportar las presiones y la autoexigencia.  Para ella la terapia es una ayuda esencial en un deportista de alto rendimiento.  En su camino hubo dos profesionales que la marcaron dentro y fuera de la cancha: Pablo Pécora, actual psicólogo, y Nelly, quién atendió a la selección durante un largo período. “No somos máquinas, tenemos que aprender a relajarnos, y a mí me sirve un montón”.  Al mismo tiempo, la ayuda psicológica la ayudó a manejar el éxito y a convivir con él. La primera vez de las siete que fue elegida como la Mejor Jugadora del mundo le resultó “Una mochila muy pesada”.  Hoy, diez años después, lo lleva de otra manera. "Siempre tuve en la cabeza un sistema, una forma de poder llegar a conseguir todas mis cosas. Nunca me consideré la mejor del mundo y nunca me puse un techo, sé que puedo seguir mejorando cosas”, sostiene la rosarina.  
   Familiera, durante un viaje largo quiere volver a casa porque no soporta pasar quince días sin sus padres y hermanos, sus amigas y sus perros Starsky y Hutch. Jugó en Alemania y España, y tanto en el Rot Weiss Koln como en el Real Club de Polo de Barcelona obtuvo títulos. Y aunque estuvo acompañada, decidió regresar al país para estar con sus afectos. Volvió al Jockey Club de Rosario y fue campeona, pasó por Quilmes Athletic y recaló en GEBA.
   En el club porteño cerró una nueva etapa. Los dos Metropolitanos y las dos Ligas Nacionales obtenidas en 2008 y 2009 no pudieron evitar su decisión. Tiene un solo objetivo llamado Londres, y por eso abandonó la competición a nivel clubes para tener la cabeza puesta únicamente en el seleccionado nacional. “No me sumaba la superposición de ensayos entre GEBA y la Selección, no me sentía cómoda en lo físico y en lo anímico”.     
   El hockey es su prioridad actual, su vida, pero la maternidad es una posibilidad latente. Al terminar los Juegos admite que sería el momento de poner un punto final. “A los 35 tendría que parar. No quiero ser una mamá grande. Mi novio me advirtió que sólo me banca un campeonato más”.  Si bien su hermano le dio el empujón definitivo –“Andá al torneo, cuando termines vení”- tomó la dura decisión de perderse el casamiento por civil al trazar su camino. Una de las tantas encrucijadas en las que optó por su andar en el deporte. Igual, Lucha considera que el hockey no le quitó nada y que están a mano: no querría dejar de ser la Luciana Aymar que es gracias al hockey.       
   Ya delineó el final. Londres va a ser lo último con la pollerita. Las rivales la tienen recontra estudiada, pero una vez más se las ingeniará para sacar a relucir todo su talento. Panamericanos en Guadalajara en octubre clasificatorios a las Olimpíadas y Juegos Olímpicos en Londres en 2012. Habrá que abrir bien los ojos porque puede ser que Luciana Paula Aymar asombre de otra forma, tire una nueva gambeta y decida continuar en  la Selección, al menos hasta el Mundial 2014.  

1 comentario:

  1. El perfil no está mal. Me gustaría que me explicara por qué Lucha "desafió a John Locke" en el gol contra china. Al de Lost, quizá...

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